jueves, 7 de junio de 2012

Los lateros, esos escurridizos amigos


Con la llegada del buen tiempo y el ambiente veraniego Barcelona se ve inundada de una especie que ha encontrado en la fauna urbana su hábitat idóneo. Las calles de la ciudad condal parecen una fiesta, donde en cualquier esquina y a cualquier hora podemos encontrar un pack de rubias bien fresquitas para enfriarnos el gaznate. Apagar la sed al módico precio de un euro es lo que nos ofrecen nuestros amigos escurridizos: los lateros. Vendedores ambulantes que forman parte del paisaje urbano y que acumulan más de 8.000 denuncias de la Guardia Urbana. Estos supervivientes se las ingenian todas, esconden su mercancía en los lugares más recónditos e insospechados. El arte y habilidad que tienen los lateros para esconder las cervezas es digna de un prestidigitador. Se sirven de cualquier recoveco (una maceta, portal o alcantarilla)  para esconder las latas con un rápido e imperceptible movimiento.

Sábado noche, nos encontramos en el cruce entre las calles hospital y ramblas, centramos nuestra atención en un hombre de mediana edad de rasgos éste mira a los lados y se siente seguro, no hay ningún urbano a la vista. Se acerca a nosotros con una sonrisa y son saluda con un - Cerveza fría amigo?-. Esta escena viene repitiéndose a lo largo de la historia de Barcelona. Hoy en día los lateros son los que dominan el mercado de la venta ambulante en la ciudad pero poca gente es consciente de que policía y vendedores, como el ratón y el gato, llevan persiguiéndose en el barrio del Raval muchos más años de los que nos imaginamos. Y si no me creéis, con sólo echar un vistazo a las fotografías sabréis a que me refiero.







Lo que está claro es que hay dos factores contra los cuales la Guardia Urbana no puede hacer nada. Las ganas de fiesta de los jóvenes junto con el espíritu de supervivencia de los vendedores se funden, creando un fenómeno difícil de combatir con unas cuantas multas.


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